Tardeada Metafísica
Algún día les hablaré de mi renovada inquietud por hacer algo respecto a la difícil realidad de México. Como eso es un tema medio deprimente, primero regresaré a esto de escribir en el blog contándoles sobre mi tarde de hoy.
Como miembro de la Sociedad de Alumnos de mi carrera, estoy involucrada en la organización de actividades y viajes. Uno de nuestros planes incluye la cooperación de los alumnos de Letras pero de otra escuela, quienes tuvieron la amabilidad de invitarnos a una actividad organizada por ellos. La llamaron "Tardeada Metafísica" y básicamente era una reunión donde se discutiría la obra de Borges.
En un principio no podíamos confirmar porque la casa sede del evento está del otro lado de la ciudad y además teníamos programado un examen a la misma hora.
Curiosamente, las cosas se fueron arreglando para que pudiéramos ir. Primero, nuestro maestro estaba contento con nuestras participaciones diarias y como todo el material de clase se basaba en un libro, decidió perdonarnos el examen con tal de que le entregáramos cuadros conceptuales como prueba de haber leído.
Sólo para estar seguras de que no habría problema si faltábamos a clase, decidimos marcarle al número celular que espontáneamente nos había pasado en clase. Después de despertarlo a las once de la mañana, le avisamos nuestra intenciones de esparcimiento cultural y nos decidimos a cruzar la ciudad después de comer.
Atravesar el laberinto de calles, callejones, cerros y atorones vehiculares nos tomó aproximadamente una hora. Rondamos por la colonia exclamando: "Es la próxima calle" por tres cuadras, pero eventualmente llegamos a la dirección del evento en Facebook.
Sabíamos de antemano que estábamos en una conocida colonia de estudiantes, y las magras decoraciones domésticas lo reitraron. Por fuera de la casa sólo alcanzábamos a ver un carro con placas de otro estado y un jardín de maleza junto a una ventana tras la cual se adivinaban figuras sentadas en una sala. Había un cierto aire de abandono y descuido, pero en general nada del otro mundo.
Tímidamente nos bajamos del carro. La puerta estaba abierta, pero no nos atrevíamos a entrar. Entonces salió a recibirnos un peculiar joven. Estaba vestido con un traje negro y camisa morada. Su cabello corto estaba cuidadosamente peinado con gel y aunque de lejos sus ojos parecían estar rojos, de cerca descubrimos que simplemente estaban pintados con delineador color rosa mexicano. A todo esto habría que agregar a su apariencia un par de collares con pendientes que le daban un aire supersticioso, mientras una expresión de sorpresa y algo de confusión sobre qué hacer con nosotras definía sus facciones.
Al parecer, nuestro único Contacto con los organizadores del evento se había ido a comprar algo. El personaje Esotérico, aunque algo confundido, nos invitó a pasar adentro.
Cruzar la puerta fue entrar al mítico universo paralelo de estudiantes foráneos. No había más muebles que un sillón destartalado y una vitrina llena de botellas vacías de tequila y derivados.
No se veía cocina alguna y por una puerta vislumbramos un par de colchones a nivel del suelo con cobijas revueltas. El único signo de orden era un corcho a la entrada en donde colgaban un par de recibos de luz.
Desconcertadas, cruzamos el lugar hasta llegar al patio. Una montón de sillas aconglomeradas junto a la pared escondían montones de caguamas vacías y una hielera. El jardín de zacate amarillento estaba regado con latas vacías; en el centro se adivinaban los restos quemados de una fogata y una pared estaba pintada con frases en muchos idiomas, la caricatura de una casa y monitos sonrientes sosteniendo botellas.
Al fondo había una manta colgada que leía: "MUERTE A LA GUERRA!" y sobre el una prolongación del techo usada a modo de terraza, estaban colocadas un par de camastros de plástico, una batería y un tambo en la esquina ¿para evitar caídas? Difícil de saber.
Abandonado en medio de todo, se paraba la orgullosa réplica a escala de un Atlante de Tula. Si hubiera sido un Chac Mool, tal vez hubiera considerado huir.
A estas alturas ya estaba esperando que apareciera algún pseudo-revolucionario brincando del techo, pero no había nadie más. Decidimos regresar al frente y sentarnos a esperar la llegada de nuestro Contacto (alguien a quien no todas conocíamos fuera del mail).
Nos sentamos muy juntas y hablamos de cosas sin importancia que en realidad no reflejaban nuestros pensamientos. Personalmente, los míos rezaban algo así:
"Qué bueno que no vine sola" "Estas personas son muy diferentes a lo que esperaba" "Honestamente no sé mucho de Borges y no tengo ánimos de discutir metafísica" "¿Aún quedan personas que realmente se quieran juntar a hablar de metafísica, o sólo vendrán por la rifa de libros? Creí que sería la segunda opción, pero la verdad ya no sé qué pensar".
Al rato llegó un carro. Tampoco conocíamos a nadie de los que llegaron, pero saludamos a todos los que pasaban a la casa. Empezaron a bajar cajas con lo que parecían ser huesos de animales. Alguien más traía trampas de sueño, coldijes llenos de algo muy parecido a la sangre, colas de animales disecados, una cornamenta y un cráneo de toro -con todo y cuernos- que el Esotérico se puso sobre el rostro mientras gritaba algo sobre "Revolución" "No más sangre" y un par de posibles referencias a Macbeth.
En ese momento caí en cuenta de lo que significaba para el resto del mundo estudiar Letras. Este era nuestro estereotipo, nuestra imagen ante los demás; imagen de la cual siempre me burlo, pero que en ese momento era demasiado real para mi gusto.
En realidad no creí que todo eso fuera a estar involucrado con la Tardeada Metafísica y traté de jugar con una compañera haciendo comentarios ante la posibilidad de que toda la utilería serviría de preparación para un ritual. Entre las idas y vueltas al carro, un animador gráfico bastante carismático que vivía ahí se paró a platicar con nosotras. Le dijimos a qué veníamos y nos vio extrañado.
Rápidamente le contamos sobre nuestro Contacto y aunque en realidad el Animador no lo conocía, creyó identificarlo como el Chico de la Cafetera. Nuestro Contacto al parecer había llegado a su casa por invitación de otro compañero de habitación, alguien a quien el Animador en realidad no conocía muy bien, pero suponía que estudiaba Letras.
Aparentemente, el Chico de la Cafetera había llegado -precisamente a dejar una cafetera- antes de despedirse asegurando que regresaría en media hora. De ésto hacían ya cuarenta minutos.
Finalmente, el Esotérico y el Animador nos aclararon que estaban trabajando en un corto cinematográfico cuyo protagonista tenía un tremendo gusto por lo oculto, el cual se debía reflejaba en el acomodo de su cuarto.
Francamente aliviadas, vimos llegar a nuestro Contacto/Chico de la Cafetera y más compañeros de su carrera. Todos pasamos al patio y los organizadores empezaron a acomodar las cosas, recogiendo latas y moviendo los restos de fogata.
Aparecieron galletas, papas, la famosa cafetera y mini bollitos/quequitos/muffins (como le quieran llamar a esos pequeños pastelitos portátiles). La manta revolucionaria terminó siendo usada como tapete para sentarnos en el suelo y las sillas quedaron acomodadas en círculo dejando al Atlante en medio.
Llegaron más personas y empezó la dinámica. Básicamente consistía pasar una persona a sentarse al frente para que leyera un poema o fragmento de alguna obra de Borges. Una vez más, volvió a mi mente otro pensamiento estereotípico: sólo gente de letras pasaría su tarde de viernes sentados en pasto amarillo, leyendo en voz alta, mientras una tortuga se pasea por el jardín comiendo zacate.
Está bien, admito que lo de la tortuga tal vez sólo esté presente en este círculo particular, pero se entiende la idea.
Incluso nosotras, sin haber preparado nada, pasamos a leer algo al frente. Después de la lectura se llevó a cabo la prometida rifa de libros de Borges y luego de invitar a todos a acabarse la comida, la Tardeada terminó oficialmente.
Nos quedamos un rato más platicando con los otros estudiantes; socializando como cualquier otro mortal, mientras el Esotérico sin saco cantaba Britney Spears a capella y el Animador nos contaba que la tortuga llevaba ahí más tiempo que ellos y se llamaba Charlie.
A final de cuentas, teníamos mucho en común. Era interesante comparar nuestros planes de estudio y el tamaño de las generaciones con los demás alumnos de Letras. La misma carrera se presta para tener pocos alumnos -entre los cuales no pueden faltar un par de personajes peculiares- y sin embargo, en ambas escuelas se veía un incremento en la cantidad de alumnos inscritos.
Tuvimos que irnos temprano pero quedamos en vernos de nuevo, probablemente en una Tardeada de Realismo Mágico. Cada quien se fue a su casa por diferentes rumbos y eventualmente regresé a mi cuarto a tiempo para enviar mi tarea de la clase en línea (tarea para viernes en la noche; honestamente hay veces en que no sé si realmente me gusta la tecnología).
El día de hoy ví, asumí y hasta cierto punto disfruté de ciertos estereotipos, pero finalmente no dejan de ser más que modelos adoptados por conveniencia. Es tan fácil decir que todos los Humanistas son drogos medio locos, como es fácil decir que todas las diseñadoras de modas son modelos frustradas o que todos los niños aman el chocolate. En realidad pocas cosas son absolutamente verdaderas. Sí, incluso lo del chocolate; difícil de creer, lo sé.
Hay de todo en este mundo y generalizar sólo nos lleva a perdernos mucha de esta riqueza. Créanme cuando les digo que no es necesario drogarse para escribir, y aunque admitiré que mucha filosofía nos puede hacer sonar medio locos, a final de cuentas es lo que nos gusta estudiar. Ver conspiraciones y predecir el fin del orden social son habilidades que vienen en el paquete, junto con acentuar compulsivamente y poder sonar como diccionario anticuado sin decir nada.
Admítanlo, el mundo sería muy aburrido sin Humanistas. Sin nosotros ¿de dónde nacerían las revoluciones y las preguntas sin respuesta?
Muy cierto , me gusta.
ReplyDeleteTe entiendo perfectamente , estoy ahorita desarrollando un guion y me doy cuenta la importancia de los filósofos y escritores , quienes dan vida por medio literario a las mejores novelas , películas o libros para el entretenimiento.
Y como es que la gente no sabe apreciar este talento único.
TOTALMENTE DE ACUERDO
ReplyDeleteinvitenme!!!!