Batalla de Ratings
Sí, lo sé. No he cumplido cada día con el Blog. Ni modo, así es la vida de estudiambre.
Tengo un tema atrasado, pero que no puedo dejar de tocar. Se trata de una batalla sin precedentes, única en su clase, que tuvo lugar este domingo en la noche.
¿Vampiros vs. Hombres lobo? No; algo menos sangriento (a menos que se estén guiando por la versión apócrifa que brilla en el sol).
¿Zombies vs. palas? Tampoco; algo con más cambios de ropa, aunque sí hubo algunos esqueletos ambulantes.
¿Se rinden, o ya le atinaron?
Claro, estoy hablando de la extraña batalla de rating entre el final de Teresa y los Oscares.
¿Cómo llegaron a coincidir ambas transmisiones? No tengo idea. Es una de esas coincidencias azarosas cósmicas que solo suceden en la vida real, porque en la ficción verosímil, a nadie se le hubiera ocurrido.
Los preparativos empezaron días antes. La ventaja táctica recaía en el poder de la información. Todo se reducía a la labor de espionaje electrónico para averiguar a qué hora empezaba cada programa.
No fue fácil, pues mi reducido bando pro-Oscares ya estaba en desventaja. Ávidos fans telenoveleros ya estaban familiarizados con su campo de batalla: el mismo canal de siempre, solo con una hora diferente a la acostumbrada.
Nosotros, bola de malinchistas, teníamos que buscar las equivalencias de usos horarios. ¿A qué hora empezaba la transmisión? ¿La de la alfombra, o la de los premios? ¿Esa es la hora gringa, mexicana, venezolana...?
Sin mencionar la vasta cantidad de información falsa que abundan en los blogs favoritos de Google: "OscarFan4758- ¡¡Oscares desde las cuatro de la tarde!!" "Flicklover4u- Alfombra roja hasta las 11"
Milagrosamente, procuramos el dato de que el show empezaba a las 7:30. Ventaja inmediata, pues Teresa no hacía su aparición hasta las ocho de la noche, y créanme que desde las seis, había alguien apartando tele para ver la novela dos horas después.
En el último minuto posible, ahí estamos navegando canal por canal, pues la guía no sirve. Nuestras opciones quedaron reducidas a un canal de televisión abierta. Ah claro, con el bonus de que se transmitía en vivo y ¡con traducción simultánea! De lo cual se infiere que no entendimos NADA de lo que decían, ni los actores, ni los presentadores.
De cualquier forma, lo maravilloso del séptimo arte es que se comunica con imágenes, así que no fue difícil enterarnos de los nominados a cada premio, y por supuesto, de los respectivos ganadores.
Después de varios premios interesantes y bien merecidos, como el de vestuario y dirección de arte para Alice in Wonderland, llegamos a cuestiones más técnicas. Aquí entran premios como edición de sonido para Inception, y más adelante, mejores efectos.
Hubo varias sorpresas para mí, como el de música para The Social Network, aunque su premio por guión adaptado ya lo veía venir. Natalie Portman y Colin Firth estuvieron maravillosos en pantalla. Asumo que también lo estuvieron en el cine.
Y claro que el único año en el cual creí haber visto buena parte (bueno, la mitad) de las películas más nominadas -en este caso Black Swan e Inception- nuevamente ganan más premios las películas que no ví -entiéndase The Social Network y The King's Speech-.
A mitad de la ceremonia, para cuando la imagen inicial de que Anne Hathaway y James Franco hacían linda pareja se había esfumado, se tomó un momento para ir a reconocer el estado general del campo de batalla en las salas de televisión.
De cuatro salas, en tres había en total no más de diez personas viendo los Oscares, mientras que en la sala restante estaban apiñonadas más de veinte gentes intrigados por los altibajos, o más bien imparable bajo, de Teresa y sus fallidas relaciones afectivas.
Consideré esto un triunfo local, que saboree son el excelente autotune remix de las películas más taquilleras e ignoradas profesionalmente por la Academia. Si de entrada amé la mención a una de mis escenas favoritas en Harry Potter con "Little Ball of Light" imaginen la risa que me dió la parodia de una de las peores películas -Eclipse- con una de sus mejores escenas y la maravillosa línea "He doesn't own a shirt". Claro que no, de otra forma perderían a la mitad de su audiencia.
En general, disfruté de los Oscares. Los vestidos, los discursos nerviosos, las sopresas, los montajes, todo. Aún espero que algún día le den un Oscar a Helena Bonham Carter. Yo la nomino para el papel de Lady Macbeth, tal vez así la tomen en consideración, aunque sus representaciones como La Reina de Corazones y Bellatrix Lestrange, ya sean fantásticas.
Me vine enterando del final de Teresa en un resumen verbal de cinco minutos. Que bueno que no lo ví. Me hubiera frustrado demasiado.
Me bastó con ese resumen para darme cuenta que ni los productores se decidían por un final. No me trago lo de "guardar el secreto y generar espectativas". Eso está muy bien, pero publicar los finales alternativos para que cada quien escoga el que más le guste, me habla de una completa falta de propósito en el guión.
Y aunque según los medios, Teresa haya ganado la batalla a nivel nacional, mantengo que en unos años las telenovelas empiezan a mezclarse unas con otras. Al nivel de calidad actual, se olvidan fácilmente, y aunque nadie recuerde cuál fue el papel que le dió la estatuilla dorada a un actor, al menos todos reconocen que en algún punto se la ganó.
Obviamente que la Academia no debe tomarse como la última y más alta autoridad. Hay muchas otras formas de medir el éxito, alcance y calidad de una película. Es solo que de vez en cuando me agrada ver que ganan las personas que se esfuerzan y no solo las que tienen más fans en Twitter.
Hasta aquí mis pensamientos al respecto. Espero que hayan disfrutado de su domingo en la noche, independientemente de lo que hayan escogido ver o hacer. Nos veremos después.
Y no se preocupen por haber ensayado un discurso de aceptación en su mente; todos lo hacemos.
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