Mi Madre Tenía Razón

No puedo evitar sentirme un poco exluída del resto de la comunidad universitaria. Estudiar Letras me hace parte una pequeña comunidad bastante particular. Los estudiantes de humanidades tenemos gustos diferentes a los de la mayoría. Por ejemplo, no sería rentable tratar de organizar una fiesta en un antro para los compañeros de la carrera, pero eso si, díganles que hay vales de librerías como premios y verán cuantos van.

Adoro mi carrera y a mis compañeros. Somos geniales, tenemos infinidad de chistes locales y nos divertimos burlándonos de los demás sin que ellos lo noten. Bueno, creo que los del Comité Electoral notarían que no estamos en su mismo canal si ponemos areté como nuestro valor fundamental de la planilla, pero eso es otra historia.

Les cuento esta situación porque ayer fui a una cena para los mejores promedios de Residencias, en donde yo vivo. Éramos unos veinte alumnos sentados en cuatro mesas, pues nos acomodaron de acuerdo a la división de nuestra carrera. Estaba una mesa de medicina, una de negocios y leyes, otra de diseñadores e ingeniería, y una de educación y prepa.

Ah sí, Letras forma parte de la división de Educación y Humanidades, y como solo había una futura maestra, una niña de prepa y su servidora semi-letrada, pues terminé en la mesa con más adultos en la sala.

No fue tan divertido como suena. 

Sin intenciones de faltarle el respeto a nadie, pero creo que en vez de escuchar sobre la inseguridad y los iPods que los maestros no tuvieron en sus tiempos, hubiera preferido integrarme con alguien de otra división. Incluso aunque hubiera más alumnos de Humanidades, es innevitable no conocernos, aunque sea de oído.

Extraño mis clases de prepa con todo tipo de gente. Mis amigos ahora están muy ocupados estudiando medicina y física. Sería interesante conocer a más personas con diferentes puntos de vista. Gente que no refute tus argumentos con tratados filosóficos. Sé que también me quejo de la perpetua ignorancia -"Letras ¿qué es eso?"- pero estoy dispuesta a platicar de mi carrera con tal de cambiar de aires por un momento.

Mi madre tenía razón, a la próxima pediré un cambio de lugar. Ya va siendo hora de buscar a más ingenieros y médicos en descanso con quienes platicar. 

Obviamente sé que mi madre dice esas cosas para que también encuentre un futuro prospecto con más oportunidades de ayudar a mantenerme en un futuro, pero dejando de lado la situación financiera, admito que todo requiere un balance. Humanista más humanista es receta de desastre, o por lo menos de interminables debates intelectuales. 

Mejor iré a pasar el rato con alguien que sepa el orden correcto de las leyes de Newton para sentirme pequeña de nuevo. Pasar demasiado tiempo filosofando en clase y leyendo Shakespeare pueden hacer maravillas por el ego intelectual. Hay que buscar maneras de frenarlo. Preferentemente maneras más amenas y realistas que el dolor cultural inflingido por las las telenovelas.

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