México Campeón
Podría escribir una pequeña crónica del día de hoy, 11 de agosto del 2012,
fecha en que la Selección Mexicana de Futbol ha Ganado la medalla de oro
derrotando a Brasil en la final de futbol de los XXX Juegos Olímpicos con sede
en Londres, Inglaterra.
Pero no lo
voy a hacer.
Al menos no
voy a empezar así, porque hay muchas otras cosas que quiero mencionar y si
alguien tiene la paciencia de leerlas todas, tal vez comprenda mejor mi actual
estado de euforia.
Es por eso que
me he sentado a escribir tranquilamente, como no lo hacía en mucho tiempo.
Tengo el Huapango de José Pablo Moncayo como música de fondo para no perder la
inspiración, y saboreo una deliciosa Gloria Linares para mantener la energía
(como si el sabor de la Gloria Olímpica no me fuera a durar de aquí al
Mundial).
Desde que
tengo memoria se juega futbol en mi casa, cortesía de mi papá, ávido jugador y
seguidor que en algún punto consideró seriamente perseguir una carrera como
profesional. Mis lecciones futbolísticas empezaron con las retas de casa, donde
aprendí a patear con el empeine y que golpear a los demás era falta. Érase una vez quise entrar al equipo representativo de mi primaria.
Fui a un
entrenamiento.
Y esa es
toda mi carrera deportiva.
A falta de
un equipo local en primera división, nunca me involucré emocionalmente con la
Liguilla. Mi lealtad es para la Selección de México, cuando juegan todos los que
no estén lesionados, ya sea de verde, blanco o negro. Mi anhelo más grande es
ver a la Selección como campeones del mundo. Sé que es algo posible y nunca
pierdo la esperanza de que sucederá en el próximo Mundial.
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Algún día |
El famoso
Mundial de Futbol.
Digan lo que quieran de la tradición olímpica, los comerciales del Super Bowl y el talento de la Champions. Todos tienen su encanto, pero nada se compara con la verdadera fiesta, emoción y folclore de la Copa Mundial de Futbol.
Digan lo que quieran de la tradición olímpica, los comerciales del Super Bowl y el talento de la Champions. Todos tienen su encanto, pero nada se compara con la verdadera fiesta, emoción y folclore de la Copa Mundial de Futbol.
Mis primeros
recuerdos de un Mundial son de Francia 98. Vi la definición en penaltis de la
semifinal entre Brasil y Países Bajos. Durante muchos años creí que esa Copa la
había ganado Brasil.
El Mundial
de Corea-Japón lo recuerdo entre sueños, con eso de que los partidos se
transmitían en vivo a las tres de la mañana. Había videos que pasaban en el
Disney Channel con consejos para ver los partidos y no despertar a los vecinos
con los gritos de GOOOOOOOOOOL.
Recuerdo que
nos eliminó Estados Unidos en los octavos de final y no perdoné a los gringos,
hasta que les ganamos 5-0 en la final de la Copa Oro 2009. Madrugué para ver la
final y apoyar a Alemania, como lo hago siempre que México esté fuera de la
competencia, pero a pesar de mis porras silenciosas, ganó Brasil. Para variar.
En Alemania
2006 y Sudáfrica 2010, México se
despidió en el infame cuarto partido que perdió en ambas ocasiones ante
Argentina. Por suerte, en su camino al tercer lugar, Alemania se encargó de
frenar a la albiceleste.
Aún no
perdono a los argentinos.
Ni los
perdonaré hasta que no les ganemos en alguna final del Mundial.
Porque estoy
segura de que ganaremos un Mundial. No me pienso morir hasta no verlo. Hace
mucho que lo digo y lo repetiré una vez más:
Sólo quiero
dos cosas para mi país: que aumente el nivel de lectura al año y que MÉXICO
GANE EL MUNDIAL.
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¡Lotería! |
Dicen por
ahí, y no lo dudo, que los mexicanos tenemos una obsesión por el futbol. Es
imposible negarlo, y para bien o para mal, hay que aceptar el futbol y nuestra
afición por ese deporte como algo tan integrado a la cultura, que se ha
vuelto parte de nuestra identidad internacional.
La afición
mexicana siempre está presente y en todo buen partido del Tri nunca falta la
bandera, el sombrero, la máscara de luchador, el penacho, algún bigote y el
Chapulín Colorado.
Por supuesto
todo acompañado de la porra, el tradicional saludo al portero contrario y el
coro infalible de Cielito Lindo.
¿Será que el
gusto por el juego de pelota se hereda desde los mayas y aztecas? ¿Será que la
televisión se encarga de saturar nuestros cerebros con novelas y futbol? ¿O
será también que el futbol es de los pocos deportes que no requiere de muchos
aditamentos para jugarse? Un balón, una señal de portería y cada calle, patio,
estadio, o superficie plana de cualquier tipo se convierte en una cancha de
juego.
Las reglas
son sencillas y cualquiera se puede anotar. Las cascaritas se arman en un
segundo y cada gol cuenta. Los latinos más que haber adoptado este deporte de
origen europeo, lo han transformado, se lo han apropiado y ahora es difícil
concebir a uno sin el otro. ¿Qué sería de Brasil sin futbol o del futbol sin
Pelé?
Cantidad de
escritores han hablado del tema. Jorge Luis Borges, Eduardo Galeano y Juan
Villoro son algunos de ellos. No todos comparten ese amor al balón, y hay
días en que yo también quisiera ser capaz de sentirme indiferente ante el
marcador.
Hoy no
es uno de esos días.
Hoy voy a
festejar, a emocionarme y gritar a los cuatro vientos, al espacio y la
almohada, porque hoy MÉXICO ES CAMPEÓN y todos mis testarudos mensajes de
aliento para la Selección valieron la pena.
Hoy podría
decir ‘se los dije’ porque nunca dudé del oro que México traería a casa, ni
siquiera después de saber que el Chicharito no podría jugar. Al contrario, dije
que ganar sin Chicharito nos ayudaría a tener la confianza necesaria para ganar
con él en Brasil.
Quedó
demostrado que hay un buen equipo, con protagonistas en cada partido, pero con
la capacidad de salir adelante aunque se ausenten un par de nombres más
conocidos. Le ganamos a Brasil y no es la primera vez que el resultado nos
beneficia en una final. Cabe recordar que en los últimos años México ha
ganado el Mundial Sub-17 en dos ocasiones.
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Cómo olvidar esa chilena de Julian Gómez |
El problema
es que estos triunfos se celebran en el momento y luego pasan desapercibidos
entre tantas notas rojas. Nos dejamos ganar por el violento deporte nacional
que se vive en las calles y le reclamamos al árbitro electoral la expulsión de
algún contendiente. Todos los días estamos jugando, pero apenas alcanzamos a
clasificar al mundial de desarrollo. Nos falta dinero para el equipo adecuado y
ya ni el folclore basta para disfrazar las heridas sangrantes.
El futbol no
es la solución mágica, pero ¡ah, cómo ayuda!
Meter un gol
no va a llenar barrigas hambrientas, pero llena corazones necesitados de esperanza,
de un consuelo para recordar que no todo está perdido aún. Tener un jugador en Europa no
va a mejorar la calidad de los maestros, pero de cualquier forma se necesitan
héroes de uniforme local para pegar en la pared. Tapar un tiro a gol no va a
frenar las balas, pero se necesitan suspiros de alivio que frenen el llanto.
Ganar la
medalla de oro en futbol no va a hacer de México un mejor país, pero escuchar
el himno desde lo alto del podio nos une, y la única forma de sacar adelante a
nuestro México lindo y querido, es trabajando en equipo. Hay que entrenar la
integridad todos los días para mantener a raya la corrupción. Se necesitan
buenos técnicos para coordinar las jugadas de ataque y contención.
Pero más que
nada, debemos tener bien puesta la camiseta, porque si todos los talentos se
fueran al extranjero, si todos los jugadores le escupieran al escudo o
renunciaran cuando el marcador no nos favorece, jamás hubiéramos salido de la
primera ronda.
Este amor
por México, esa terquedad de insistir que vamos a ganar sin importar el lugar
que ocupemos en la tabla, es lo que nos hace ganar.
Porque no
hay nada como esos gritos, festejos y cantos de victoria a la mexicana. Me
enorgullezco de mi patria y mi bandera; defiendo a mi gente y nuestro himno;
lloro cuando perdemos y más cuando ganamos. Grito todo el tiempo que este es mi
México, el Tri de mi pobre corazón que se estruja cada minuto del partido.
Por eso lo
festejo y lo celebro:
¡¡MÉXICO
CAMPEÓN!!
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De aquí vamos directo a ganar el mundial en Brasil
|
Hoy y
siempre, en las buenas y en las malas; en la fiesta y la cruda; en público y privado; con la mente y corazón,
¡¡VIVA
MÉXICO!!
¡¡Y ARRIBA
CHIHUAHUA!!
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Saludos al Caramelo Chávez |
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