Cultura Mexicana
Hoy fue viernes cultural.
Cumpliendo la encomienda de una visita cultural por parcial, fuimos a la Pinacoteca a ver la exposición de trabajos hechos con el método Best. No esta en inglés, se trata del mexicano Adolfo Best Maugard, quien junto con Vasconcelos, trabajó por promover las artes y la cultura mexicana después de la revolución. Fue un hombre muy mexicano, con todo y su apellido anglosajón. No importa que tuvo el descaro de irse a morir a Atenas.
¿Por qué ya no hacemos eso? Me refiero a promover la cultura mexicana en los niños, no a irse a morir hasta Atenas.
Definitivamente, siento un llamado hacia aquella dirección. Hacia las aulas de niños, futuros mexicanos orgullosos de su país, que disfruten de la lectura y por fin GANEN UN MUNDIAL con la verde.
Sí, soy una ilusa, una romántica idealista, pero nunca cambiaré. Lo repetiré hasta el cansancio:
Solo quiero dos cosas para mi país: elevar el promedio de lectura nacional a por lo menos un libro completo al año, y que MÉXICO GANE EL MUNDIAL de futbol.
No sé porqué, pero siempre escribo eso último en mayúsculas (por si no lo habían notado). Creo que me emociona demasiado imaginarlo.
De mis dos deseos, no se cuál sea el más difícil. Ninguno depende enteramente de mí, pero prometo poner mi granito de arena. Me encargaré de motivar la lectura en los niños, con los libros adecuados, y siempré apoyaré a mi selección, sea o no año de mundial; vayamos ganando o perdiendo por tres goles en el último minuto contra Argentina.
Hoy fue un buen día. Aprendí un poco más de cultura mexicana. Primero en las exposiciones pictóricas de la Pinacoteca, y después paseando por el centro de la ciudad, con su inconfundible olor a fritanga. De veras, en todas las ciudades de México no puede faltar su catedral, y el olor a fritanga. Si no está alguno de los dos, se equivocaron de lugar.
Hasta me tocó ver pasar una manifestación. ¿Qué más puedo pedir?
Por un día fue suficiente. Otro fin de semana ya visitaré el Callejón del Arte. Esa será una escapada bohemia, pero para merecer el viaje, primero debo corregir mis poemas.
Tengo esperanzas en que el taller de poesía de los sábados me ayude a inspirarme, o que por lo menos, sea menos intolerante de mis rimas (bueno, de algunas; admito que no todas son buenas). Intenté leer Sabines, pero nada logra desprogramar a mi cerebro poético de sus versos innatos.
Comments
Post a Comment